lunes, 13 de marzo de 2017

CUMPLEAÑEROS MES DE MARZO



NOTA: PRESIONAR EL BOTÓN PARA DESCARGAR

QUIEN CALLA, OTORGA




NOTA: PRESIONAR EL BOTÓN PARA DESCARGAR

PALABRAS DEL SR. CRNL. DE EMC (SP) JORGE A. SUÁREZ F. CON LAS QUE LOS BATALLONES Y GRUPOS HONORÍFICOS RINDEN EL HOMENAJE AL EJÉRCITO NACIONAL EN SU FECHA CLÁSICA

Loor a nuestro Ejército Vencedor en Pichincha, Tarqui y el Cenepa; loor a nuestras raíces visualizadas en Bolívar, Sucre y Calderón, loor a nuestros hijos predilectos: Minacho, Calle y Pilco; loor a los combatientes en Panupali, Santiago y Paquisha; y loor a todos los soldados quienes hoy con orgullo y responsabilidad empuñan las armas para salvaguardar la soberanía de la Patria.

Con la venia del Sr. Grad. Luis Castro Ayala, Comandante General del Ejército, permítanme expresar unas pocas palabras en este acto de trascendental importancia para quienes con enorme orgullo conformamos los Batallones y Grupos Honoríficos.
Mis primeras palabras, luego de la reseña histórica brillantemente desarrollada por el Sr. Crnl. de EMC (SP) Iván Borja Carrera, son para dar la más cordial bienvenida y para agradecer a todos por su presencia, y en especial al Alto Mando Militar a esta primigenia ceremonia, en la que los Batallones y Grupos Honoríficos queremos manifestar nuestra admiración, respeto y solidaridad con este querido Ejército nuestro, Institución de la cual nunca dejaremos de ser parte, pues aunque hoy no vistamos más el verde oliva o el camuflaje, por nuestras venas fluye ese torrente de fe y amor a este país y su sociedad.  Su presencia, Srs. Generales y dignas delegaciones, es la fehaciente demostración de la importancia que el Ejército da a estos veteranos de las guerras pasadas.  Gracias por ello.

No creo que exista un escenario más propicio para esta ceremonia de corte castrense, pues estamos frente a la cuna misma de la inmortalidad, lugar sagrado que guarda y venera lo etéreo y eterno de nuestra Patria.  Con este majestuoso marco militar, conformado por las jóvenes generaciones de cadetes, irradia en el frontispicio la frase: SOLO VENCIÉNDOTE VENCERÁS, lema que miles de cadetes la acogimos como nuestra razón de vida, frase que está grabada en piedra y en las mentes y corazones de todos los soldados del ayer que hoy estamos aquí para saludar y presentar nuestra lealtad a la Institución sobre la cual se fundamenta el pasado, el presente y el futuro de la Patria misma.

Definir lo que es un Batallón o Grupo Honorífico no me fue tarea fácil, pues ningún diccionario podría en palabras expresar lo sublime y lo excelso.  Y es que un Grupo honorífico no es una simple organización, pues su esencia y diferencia radica en que está constituido por hombres y mujeres especiales, formados con principios éticos y morales, forjados en la fragua de las vicisitudes de la vida militar, y amalgamados en un solo cuerpo de valores como el honor, la disciplina y la lealtad.  Son los Cuarteles Dorados de los viejos soldados, el refugio y lugar de complacencia donde estos hombres se reúnen a recordar, a revivir en cada anécdota una fase de su vida, un lugar donde se comparten penas y alegrías, el rincón desde donde se salva al mundo, al país y a la Institución; en pocas palabras, un hogar militar donde nos sentimos vivos y útiles.  Y por eso hoy, queremos demostrar que nuestros corazones laten con mayor o igual fuerza, que nuestra fortaleza está en el férreo espíritu de cuerpo y en la voluntad de seguir sirviendo a los más caros intereses del país.  Una muestra de esto, fue la ayuda que desinteresadamente dimos a nuestros hermanos ecuatorianos afectados por el terremoto del 16 de abril, a quienes los Grupos Honoríficos y otras asociaciones de oficiales en servicio activo y pasivo, proveímos de 19 unidades habitacionales para familias damnificadas en los sectores de Resbalón, La Morlaca y Valle Hermoso, pertenecientes al Cantón Rocafuerte, Provincia de Manabí.  Y esto lo hicimos porque nos duele la desgracia ajena y la injusticia social.  Aprovecho la oportunidad para ser el portador del agradecimiento sincero de esas familias, quienes con un “Dios le pague” y unas lágrimas de emoción, sintetizaron el agradecimiento por esa voluntad y esfuerzo, reconociendo que sus FFAA han sido, son y serán la columna vertebral de la Nación.

Hoy hemos puesto una ofrenda en este majestuoso Templete, utilizando flores que brotaron de este suelo patrio, al igual que nuestros héroes y heroínas que ofrendaron sus vidas y que ya volvieron a la tierra, pero cuyos espíritus flotan cual oxígeno cívico cubriendo la inmensidad de nuestro terruño.   Hoy, a ellos, y a los hombres y mujeres que visten el camuflaje, queremos brindar este sencillo pero sincero homenaje, en esta fecha que con máximo orgullo festejamos a nuestro Ejército Vencedor.  Cada ofrenda lleva el color distintivo de nuestras armas y especialidades, y de cada una de ellas emana un aroma que esperamos se impregne en los corazones de cada oficial, que cual feromona aumente el amor a su arma y a estos Batallones y Grupos Honoríficos, que serán su último pase antes de la cita con el Creador. Y cuando ello suceda, ustedes Srs. Oficiales serán la sangre nueva y el relevo en posición para continuar en la lucha para alcanzar los objetivos y anhelos de nuestras organizaciones honoríficas.

Compañeros en servicio activo, tal vez ahora pueda emular lo que se siente ser parte de un Batallón o Grupo Honorífico, somos quienes les precedieron en su misión, y que en su momento, forjamos parte esta gloriosa Institución llamada Ejército.  Si señoras y señores, somos los soldados del ayer, los combatientes de mil batallas en Paquisha, Mayaycu y Machinaza, y somos parte de esa generación de la Victoria que recuperó la historia nacional en el Cenepa.  Somos la reserva física y espiritual del Ejército, somos los soldados que aún podemos empuñar ante la injusticia ese sable con el que aquí, hace algunos años juramos defender la Patria y la Constitución, somos los viejos oficiales que en nuestras mochilas, a más de recuerdos y añoranzas, llevamos experiencia y sabiduría.  Tal vez nuestra fuerza física no se compare con la fortaleza de la juventud pasada, pero el espíritu indómito de cada uno de nosotros se constituye en la base sólida donde se puede buscar y rescatar la identidad institucional.
Recuerden también que el tiempo es efímero y que en poco o mucho tiempo dejarán de vestir el uniforme, y será en ese instante en que volverán sus ojos a estos Batallones y Grupos Honoríficos en busca de esa pertenencia e identidad militar.  Tengan la seguridad que estaremos con los brazos abiertos y los acogeremos como soldados de honor.

Para concluir con este mensaje de civismo y respeto, deseo reiterar mi agradecimiento a todos quienes hoy se convocaron a rendir este homenaje, al Alto Mando Militar, al Cuerpo de Agregados Militares, a las delegaciones de las unidades de la plaza, a los miembros de los Batallones y Grupos Honoríficos, al público asistente, a los medios de comunicación y en especial al Colegio Militar Eloy Alfaro por haber hecho realidad un sueño.  Este sueño que deberá perennizarse en actos cívicos como este, como la demostración de que nunca dejaremos de ser parte de esta raza, que nació con Atahualpa y Rumiñahui, y que se inmortalizará mientras existan hombres de bien que empuñen un fusil para la defensa de la Patria.
Ruego a usted Sr. Comandante General ser el receptor del mensaje de los soldados del ayer, en el que expresamos nuestro respaldo incondicional a la Institución. Considere que somos esa reserva a la cual ustedes pueden acudir cuando la Patria y la institucionalidad de nuestro querido Ejército se vea amenazada.  Tengan la seguridad que estaremos listos para entregar hasta el último aliento y que honraremos nuestro juramento de no abandonar a quien os esté mandando en acción de guerra o predisposición para ella, pues seguimos siendo soldados de este amado Ecuador, y que como máxima aspiración recíproca esperaremos, que cuando el Todo Poderoso decida que nuestra misión ha terminado, nuestro féretro sea cubierto con el sagrado tricolor nacional, que una guardia custodie nuestro cuerpo inerte, y que un toque de silencio se lance al infinito como el sublime adiós a un soldado ecuatoriano.



Gracias